Uruguay carece de estrategia nacional para erradicación del trabajo infantil, alertó integrante de PIAs

Fernando Olivera sostuvo que el trabajo infantil imacta en el desarrollo de los menores y que condiciona tanto su presente como su futuro.
Según los primeros resultados de la Encuesta Nacional de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes, realizada entre setiembre de 2024 y marzo de 2025, unos 40.200 menores de entre 5 y 17 años están en situación de trabajo infantil en Uruguay, lo que equivale al 6,8% de esta población. El 4,9 % se desempeña en actividades económicas y casi el 2 % en tareas no remuneradas de servicios.
En diálogo con Nada que perder, el integrante de la Plataforma Infancias y Adolescencias (PIAs) y director de la asociación civil Cippus, Fernando Olivera, destacó la importancia de contar con cifras oficiales después de 15 años sin relevamientos de este tipo. Sin embargo, advirtió que aún falta claridad sobre algunos procesos metodológicos de la encuesta y qué aspectos quedan dentro y fuera del registro.
Respecto al impacto del trabajo infantil en el desarrollo de los menores, Olivera subrayó que condiciona tanto el presente como el futuro de quienes lo realizan. Recordó que muchos ingresan al mercado laboral desde los ocho o nueve años, lo que afecta directamente su trayectoria educativa y sus posibilidades de acceso a empleos de calidad. “Deberían estar estudiando, deberían estar jugando, deberían estar desarrollándose acorde a su edad y sin embargo están trabajando”, afirmó.
Olivera cuestionó la ausencia en la encuesta de ciertas actividades vinculadas a “las peores formas de trabajo infantil”, como la explotación sexual o el microtráfico. En su opinión, esto constituye un subregistro que impide dimensionar adecuadamente el problema.
“Hasta hace poco tiempo teníamos autoridades en diferentes organismos del Estado diciendo que el delito no era trabajo infantil”, recordó, aunque valoró que hoy exista un reconocimiento oficial de la problemática.
El entrevistado remarcó además que Uruguay carece de una estrategia nacional para enfrentar la situación. Señaló que existen mecanismos de control dentro del INAU y de la Inspección de Trabajo, pero no un plan articulado.
“Uruguay nunca creó una estrategia nacional de erradicación y prevención. Entonces, no sabe cómo enfrentar esto articuladamente”, sostuvo, y explicó que otros países “bajaron” los compromisos internacionales a planes concretos, lo que en Uruguay aún no sucede.
Los datos de la encuesta también muestran que el trabajo infantil es más frecuente en los hogares de menores recursos, pero que se da en todos los niveles socioeconómicos. En los estratos más altos, explicó Olivera, el fenómeno responde más a cuestiones culturales vinculadas al valor del trabajo transmitido por las familias.
“El trabajo infantil está en todos los ámbitos socioeconómicos, es en la pobreza donde obviamente genera las peores consecuencias”, apuntó, al tiempo que alertó que también limita las posibilidades de desarrollo del país.
En este sentido, consideró que uno de los principales desafíos es desnaturalizar la idea de que trabajar desde la infancia significa responsabilidad o disciplina. Según dijo, esa visión sigue presente en muchos ámbitos y consideró que para revertirlo se necesita formación específica y políticas diferenciadas que incluyan, por ejemplo, a las infancias rurales, “inexistentes en el discurso político y en las políticas públicas”.
De cara al futuro inmediato, Olivera adelantó que las organizaciones sociales que integran la plataforma tendrán instancias formales de discusión para analizar en profundidad los resultados de la encuesta y plantear sus dudas.