Tres mujeres en Cultura del Plata con Sabán

Aquí es posible escuchar el programa completo: https://www.youtube.com/watch?v=8RhwRC1Nt8U
TRES MUJERES DESTACADAS
PREMIOS DELMIRA AGUSTINI – 20 DE NOVIEMBRE
ALICIA TORRES
La ensayista, investigadora y crítica literaria Alicia Torres, que siempre tiene la generosidad de colaborar con su columna de literatura en De fogón en fogón A partir de un artículo suyo publicado en Brecha sobre Emilia Pardo Bazán y otras escritoras como Concepción Arenal y Rosalía de Castro, quisimos profundizar un poco más en este universo de la literatura escrita por mujeres entre fines del siglo XIX y principios del XX.
Pardo Bazán fue rechazada tres veces por la Academia de Letras por “feminista” y por escribir sobre el proletariado y la pobreza. Nacida en 1851 y fallecida en 1921, recién fue admitida poco antes de morir. Dramaturga, editora de una revista de crítica literaria y defensora del derecho de las mujeres a educarse y a escribir, provenía de una familia acomodada y se casó por conveniencia a los 16 años. Nada de eso le impidió publicar de forma incansable, aun cuando muchas veces recibió ataques de la aristocracia gallega a la que ella misma pertenecía.
Fue una defensora del naturalismo español en momentos en que el romanticismo todavía dominaba. Tenía amistad con figuras enormes como Zola, Victor Hugo y Mallarmé, y mantuvo una relación amorosa con Benito Pérez Galdós. En sus novelas aparece con mucha fuerza el mundo del trabajo, especialmente en personajes como Amparo, “la cigarrera”, símbolo de las injusticias sufridas por la clase obrera y, en particular, por las mujeres trabajadoras.
Cultivó todos los géneros: novela, cuento, teatro, poesía, libros de viaje, y fue además una polemista de temer.
Volviendo a Alicia Torres, autora de Humor a la uruguaya, donde rastrea a humoristas locales del siglo XIX hasta el XX, tanto en prensa como en publicaciones independientes.
Alicia Torres, por su parte, es una investigadora imprescindible. Ha trabajado en profundidad la obra de Marosa di Giorgio —junto a Ana Inés Larre Borges— y le hemos realizado entrevistas memorables sobre Benedetti, Idea Vilariño, Amanda Berenguer, además de estudios sobre la prensa del siglo XIX, incluida La Gaceta de Montevideo.
TATIANA OROÑO
Otra de las reconocidas con la medalla Delmira Agustini en la Quinta de Herrera el miércoles pasado fue Tatiana Oroño.
Su vida está atravesada por la poesía, la docencia y el impacto de la dictadura. En 1975 fue destituida de su cargo como profesora por motivos políticos y, con hijos chicos, tuvo que reinventarse desde cero. Su relato sobre esos años es impresionante: trabajó como almacenera en Canelones, recorría ciudades en tren y bicicleta para cobrar ventas de libros, hacía artesanías en cuero hasta la madrugada —un emprendimiento que murió por el aumento absurdo de los materiales— y organizaba exposiciones para vender obras de su padre, Dumas Oroño, y de artistas amigos.
En medio de todo eso surgieron sus primeros poemas, escritos “en la noche”, cuando los hijos dormían. Su padre fue fundamental: financió la edición de su primer libro y la ayudó en la creación de objetos y proyectos que sostuvieron a la familia. Con el tiempo pudo volver a la educación; así fue adscripta en el Crandon, se desempeñó en el cargo de Profesor Orientador Pedagógico (POP) en liceos públicos, y pudo ejercer como docente en el IPA, donde recuperó su verdadera vocación. A cualquiera le sorprendería escuchar cómo describe la función policial que debía ejercer como POP en el cargo que ocupó luego de la restauración de la democracia, en 1986.
También recuerda las tensiones sociales de la época, la pérdida de buena parte de su biblioteca y la discriminación que sufrieron sus hijos. A pesar de todo, habla con cariño del “insilio” en Canelones, ese refugio forzado donde también encontró comunidad y afecto. Con el retorno democrático publicó El alfabeto verde. Y hoy, además de una obra poética sólida y una trayectoria de militancia cultural, acaba de ser nombrada Miembro de Número de la Academia de Letras.
Su vida entera puede leerse como una defensa persistente de la palabra y la imagen frente a la opresión.
SERRANA AULISO
A sus 96 años, Serrana Auliso —jubilada, ex secretaria de una multinacional— vive con su sobrino en esa misma casa de Solano Garcia que su padre carpintero y su madre modista de alta costura compraron cuando ese rincón del barrio no era más que un descampado, pegado a una cárcel y a una iglesia en construcción. La familia vive allí desde 1925. Serrana tiene todavía el aviso de la casa de remates que hizo la urbanización donde aparece su terreno en 1920.
Serrana cuenta cómo su hogar terminó siendo, sin que nadie lo sospechara, la boca de salida del túnel por el que escaparon los presos del Penal de Punta Carretas. Nunca escucharon ruidos ni señales que hicieran pensar en actividad bajo el piso. Todo cambió la noche del 5 de septiembre de 1971, cuando el hijo de su inquilina llegó con otro muchacho y pidió entrar sin explicar demasiado.
Al rato alguien les dijo: “Estos muchachos son tupamaros y necesitan la casa para un trabajo.” Esa misma noche, Serrana, su madre y varias vecinas fueron encerradas en una habitación bajo la vigilancia de un hombre armado. Nadie entendía qué estaba pasando.
Horas después, Serrana fue llamada para atender una llamada con una clave. Al entrar, vio la escena real: la boca del túnel abierta, los muebles amontonados y los montículos de tierra acumulados. Ahí comprendió la magnitud del operativo y el riesgo que corrían. Aun así, recuerda que quienes estaban a cargo mantuvieron siempre un trato respetuoso.
Todo se coordinaba con otra casa copada en Joaquín Núñez, desde donde los fugados se distribuían en ómnibus, autos y taxis. Hubo maniobras de distracción, incluso tumultos provocados en La Teja para dispersar a la policía. Serrana recuerda haber escuchado cómo iban anunciando en voz baja: “van 15… van 22… van otros 20…” mientras los pasos cruzaban su corredor. Fue testigo involuntaria de una de las fugas más audaces de la historia reciente del país.
Cuando fue la hora de que pudieron liberarse de sus ataduras, ella salio a la puerta y les grito a los de la garita: SE TE ESCAPARON LOS PRESOS y el soldado le grito METETE PARA ADENTRO VIEJA BORRRACHA
Sobre el final escuchamos 3 mujeres que forman el TRIO LAS BANDONEONAS. Abril Farolini, Sandra González, Alejandra Genta, bandoneonistas que dieron final a la entrega de los Premios Delmira Agustini el miércoles en los jardines de la Casa de Herrera.
