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Historia

La secularización en Uruguay: un proceso cultural y legal que fue más allá del batllismo

Download IGLESIA MATRIZ IGLESIA MATRIZ. Montevideo, 09/06/2008. Iglesia Matriz y Rio de la Plata. ©RICARDO ANTUNEZ

La historiadora y docente Inés Cuadro remarcó que se suele hablar de batllismo “como un período más radical en materia de secularización porque se aprueban leyes que atacan los sacramentos de la Iglesia”, como las leyes de divorcio, en especial la de 1913 que incorporó la causal de sola voluntad de la mujer.

El proceso de secularización en Uruguay, frecuentemente asociado con el gobierno de José Batlle y Ordóñez, tiene raíces mucho más profundas y extensas, según explicó en La Rosca Inés Cuadro, doctora y magíster en Historia y docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República.

“La secularización culmina en el 1918, en la Constitución de 1900 que entra en vigencia en el 1919, porque justamente se concreta la separación de la Iglesia y el Estado”, afirmó Cuadro, pero aclaró que este hito es solo el punto final de un largo camino de transformaciones legales y culturales.

La historiadora remarcó que se trata de un proceso sostenido por décadas y jalonado por leyes que desplazaron competencias de la Iglesia Católica hacia el Estado. Uno de los primeros hitos fue la municipalización del Cementerio Central en 1859 y la posterior secularización de los cementerios. “Se termina lo de la idea del Camposanto, donde la Iglesia decide si se puede enterrar o no a una persona, si cumple con los cometidos doctrinales de la Iglesia”, detalló Cuadro.

Otro momento clave fue la creación del Registro Civil en 1879, que implicó el registro estatal de nacimientos, matrimonios y defunciones. “Si uno quiere hacer una investigación antes de 1879 tiene que ir a los libros parroquiales y ver las partidas de bautismo”, explicó.

En cuanto a la educación, recordó que el Decreto de Educación Común impulsado por José Pedro Varela no eliminó inmediatamente la enseñanza religiosa, pero sí sentó las bases para una escuela pública laica. Recién en 1909 se logró suprimir la educación religiosa en las escuelas, lo que sectores católicos denominaron “la escuela sin Dios”.

Durante el primer batllismo, las reformas avanzaron aún más: “Se suele hablar que es como un período más radical en materia de secularización porque se aprueban leyes que atacan los sacramentos de la Iglesia”, comentó Cuadro y se refirió a las leyes de divorcio, en especial la de 1913 que incorporó la causal de sola voluntad de la mujer.

Para Cuadro, el batllismo no solo buscó una separación institucional, sino una transformación cultural profunda. “El batllismo pone en cuestión no solo la secularización, sino la descatolización de la sociedad, es decir, cómo logramos generar una moral alternativa a la moral católica que sea de alguna manera legítima”, indicó.

Este proceso, sin embargo, no estuvo exento de resistencia. La historiadora destacó que “la Iglesia Católica también fue muy militante. No solamente el clero. La Iglesia son los católicos y las católicas en particular”. De hecho, las mujeres católicas jugaron un rol activo en esta contienda, ya que, en 1906, fundaron la Liga de Damas Católicas, que desarrolló una intensa actividad de beneficencia, educación y movilización en defensa de los valores religiosos. “Es una institución que va a durar más de 30 años” y que tuvo un “caudal de participación y de movilización muy importante”, sostuvo la docente.

A pesar de su radicalidad, el proceso uruguayo no fue replicado con igual profundidad en otros países de la región. En Argentina y Brasil, si bien hubo leyes liberales en los años 1880, el peso institucional de la Iglesia Católica fue mucho mayor. “En Brasil, para las élites progresistas y positivistas, la Iglesia Católica es una aliada”, explicó Cuadro, en alusión al temor que generaban otras religiones como la umbanda o los cultos evangélicos.

En Uruguay, sin embargo, el laicismo dejó huellas visibles incluso en el lenguaje cotidiano. Feriados como la Semana Santa pasaron a denominarse Semana de Turismo tras la aprobación de la ley de feriados en 1919. “Se mantiene la tradición respecto a la festividad, pero se seculariza el motivo por el cual se celebra”, sintetizó Cuadro.