Falleció Waldemar Victorino, gloria del fútbol uruguayo

Finalmente falleció el futbolista de la selección uruguaya y de Nacional Waldemar Victorino. Este mediodía fue informada su internación por intento de suicidio cuyo desenlace no pudo impedir la labor médica. Repasamos tres hitos de la carrera del mítico delantero de principios de la década del ochenta.
Llegó a una edad inusual para el fútbol profesional. A los 22 años trabajaba en el Mercado Modelo y jugaba en el Club Atlético Progreso (tras paso por Cerro) y la buena calificación de un gigante del fútbol uruguayo, el campeón del mundo Óscar Omar “El Cotorra” Míguez, le abrió las puertas al mundo profesional. Luego fue River Plate y, finalmente, el Club Nacional de Football en 1979.
El gran año, 1980, lo ubicó como campeón de selecciones campeonas del mundo y como campeón de América y del mundo a nivel de clubes. En su madurez como futbolista, a la edad de 28 años, era el centrodelantero de un equipo con gran estado físico, trabajo del profesor Esteban Gesto, y la marca “hombre a hombre” que impuso otro campeón tricolor, Juan Martín Mugica.
Como recuerda Andrés Reyes en su libro sobre la historia de Nacional (Todo por la misma plata, lunes a viernes desde las 14:00 horas), aquel equipo estaba dividido entre “los leales del ’71” y quienes tenían algunos años en el club, Victorino entre ellos. Las diferencias eran relevantes, pero el cambio de administración con Dante Iocco a la cabeza y el trabajo del cuerpo técnico llevó al equipo de la eliminación segura en la Liguilla a lo más alto del fútbol continental.
“El segundo éxodo del Pueblo Oriental”, como llamó la prensa a la masiva concurrencia a la primera final de la Libertadores en el Beira Rio de Porto Alegre, empate con sabor a victoria porque aquel Inter contaba con figuras históricas de la selección brasileña como Mauro Galvao, Falcao o Jair. En Montevideo, se escuchó el relato de Alberto Kesman del 6 de agosto de 1980 que decía así: “Va la pelota a Moreira, Moreira tiró centro, entró Espárrago, cabeceó Victorino, ¡gol! ¡Gol de Nacional, Victorino! ¡Victorino autor del tanto!”. Y Nacional ese año fue campeón de América. Y también del Campeonato Uruguayo.
Para enero de 1981, Victorino se preparaba para ser el titular de la selección uruguaya que disputaría la final del Mundialito contra Brasil, escuadra conducida por otra gloria del fútbol uruguayo, el campeón del mundo Roque Gastón Máspoli. El relator Carlos Prieto definía así al gol de la victoria celeste: “Suena el silbato. Pelota muy cerrada, ¡Victorino, llega! ¡Gol! ¡Gol de Uruguay, Victorino! ¡Llegó Victorino y metió el segundo para Uruguay!”. Sólo le faltó el “ustedes lo vieron”.
Y un mes más tarde, jugó otra final. La devaluada Copa Intercontinental fue levantada por Nacional. Una jugada clásica del fútbol: Hermes Moreira levanta el centro para un Victorino que necesita saltar sobre su pie y lanza el balón hacia arriba del arco, por encima del legendario portero Peter Shilton. Un broche de oro para un año cargado de emociones y gloria para el fútbol de estas tierras.
Después, Victorino paseará su fútbol por el Deportivo Cali colombiano, el Cagliari italiano, Newell’s Old Boys y Colón argentinos, y pasajes por Ecuador y Perú. El retiro y su actividad particular no le hicieron perder la magia que, como todos los grandes, compartió hasta el final: en 2013 inició un proceso de cuatro años como técnico de las juveniles tricolores; especialista en la definición frente al arco, le enseñó a toda una generación de formativas que finalmente ganó la Libertadores sub 20. Cada vez que Pereiro, Barcia, Thiago Vecino, De Pena, Carballo, Neves y tantos otros estén parados frente a cualquier arquero, también estará latente la posibilidad de encontrar la magia que Victorino lanzó ante Peter Shilton. El milagro de ubicar a Uruguay una vez más en lo más alto del deporte más hermoso del mundo.
