Carlos Gorriarena, José Gurvich y Luis Felipe el organero.

Es posible disfrutar del programa completo de CULTURA DEL PLATA, aquí: https://www.youtube.com/watch?v=8azR2to9LTM
MÚSICA
Quedó oficialmente inaugurado el mayor órgano del país el fin de semana pasado, en la Catedral Basílica San Juan Bautista de Salto. Gracias a la generosa gestión de Mario D’Amico Holzman, de quien ya hemos hablado en otras ocasiones, la Intendencia le rindió un merecido reconocimiento por su espíritu filantrópico. El intendente Carlos Albisu y el embajador Pelayo Murgueza, presidente de la comisión pro órgano, fueron los encargados de condecorarlo. Se trata de un instrumento con historia: perteneció a la parroquia suiza de Lenzburg, fue construido en 1950 y, gracias a Mario, pudo ser donado al Uruguay. Los suizos, dicho sea de paso, acaban de comprar uno nuevo por ¡1,5 millones de dólares! Nuestro vínculo con el evento siguió esta semana, porque entrevistamos a uno de los organistas. Se trata de Luis Felipe Martínez, joven estudiante de medicina que descubrió su pasión por el piano a los 14 años, en plena pandemia. Un día, practicando en la iglesia de Tapes, lo escuchó Cristina García Banegas, que lo invitó a ser su alumno particular. Tuvo luego su masterclass en Ginebra con otro grande del órgano. También toca violín y canta con guitarra. Hoy, Luis Felipe es el organista oficial de la Congregación Evangélica Alemana Luterana, en Juan Manuel Blanes 1116 esquina Durazno, inaugurada en 1910. Allí, domingos por medio, se lo puede escuchar. Están invitados, es entrada libre, no hay que ser feligrés. El órgano de esa iglesia, donado por la familia Ott, data de 1909. Una historia parecida vivió Martín D’Amico en Paysandú, quien también se enamoró del órgano tras escuchar a Cristina García Banegas en su departamento natal. Luis Felipe ejecutó dos obras en el magnífico órgano marca Kuhn de Salto. Y, para sorpresa de todos, hasta hubo ¡una murga con órgano! en la Basílica.
ARTES PLÁSTICAS
Carlos Gorriarena
El Museo Nacional de Bellas Artes de Bs. As. rinde homenaje en su centenario con la muestra “Carlos Gorriarena. Retrato de un momento”, que reúne unas 30 obras, desde los años sesenta hasta los 2000. Nacido en Buenos Aires el 20 de diciembre de 1925, Carlos Gorriarena ingresó muy joven —a los 17 años— a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde tuvo como maestros a Lucio Fontana en escultura y a Antonio Berni en dibujo. Abandonó luego la escuela y continuó su formación con el muralista Demetrio Urruchúa. Su obra se caracteriza por una paleta intensa —colores saturados, contrastes fuertes— y por figuras deformadas, cuerpos exagerados, miradas irónicas sobre el poder. Atravesó la dictadura con un enorme compromiso, y en los años 70 centró su pintura en el poder político y militar. Con la democracia, amplió su foco hacia la vida social, íntima y hasta farandulera, siempre con ese tono ácido tan suyo. Retrato de un momento. Tomen ese titulo en forma literal. Lo grosero y la exageración del poder, los personajes desbocados, deformados, impunes y ricos. Todo un guiño para el que quiera compartir mi visión.
🎨 Gurvich en Nueva York
José Gurvich llegó a Nueva York en 1970 y se instaló en casa de unos familiares lituanos, donde armó su pequeño taller en un sótano. Allí trabajó con cerámica, ensamblajes, collages y pintura con Toto su señora y su hijito Martin (ayer andaba por Doha en su escala a la India) Se relacionó con otros artistas latinoamericanos —Julio Alpuy, Gonzalo Fonseca, Horacio Torres— que lo animaron a quedarse, aunque él dudaba por la educación de su hijo Martín. Su primera muestra allí en 1972. La vida no le era fácil: trabajó en una fábrica de pinturas embalando cuadros masivos para hoteles y oficinas. En sus ratos libres, salía a dibujar la ciudad: puentes, autos, calles, carteles, gente… acuarelas llenas de movimiento, de energía urbana. Venía del Cerro de Montevideo y del kibutz israelí: Nueva York fue para él una revelación y una sacudida. La ciudad lo inspiró para explorar temas como la vida judía, la migración y la nostalgia por Uruguay e Israel. Hasta hacía collares que vendía entre los latinos. Murió en 1974, de un ataque al corazón, mientras pintaba. Estaba preparando una gran muestra para el Jewish Museum de Nueva York. Hoy, en la galería Hutchinson Modern & Contemporary, se exhibe hasta el 8 de noviembre una selección de sus obras. Y sí, allí está su hijo Martín, recorriendo y filmando esa exposición tan emotiva.
